En Comedores Compulsivos Anónimos se encuentran miembros con carácterísticas muy variadas, desde personas con sobrepeso u obesidad, a personas con un peso medio e incluso por debajo de su peso; miembros que todavía mantienen un control periódico sobre su comportamiento alimentario o que son totalmente incapaces de controlar su modo de comer compulsivo.

Los miembros de OA experimentan muchos patrones diferentes de comportamiento con respecto a la comida. Estos «síntomas» son tan variados como nosotros. Entre ellos están:

  • obsesión con el peso, la talla y la forma corporal
  • atracones de comida o comer constantemente
  • preocupación por las dietas reductoras
  • pasar hambre
  • abuso de laxantes o diuréticos
  • ejercicio excesivo
  • inducción del vómito después de las comidas
  • masticar y escupir la comida
  • uso de píldoras adelgazantes, pinchazos u otras intervenciones médicas para el control del peso
  • incapacidad para dejar de comer determinados alimentos tras tomar el primer bocado
  • fantasías con la comida
  • vulnerabilidad ante los programas de adelgazamiento rápido
  • preocupación constante por la comida
  • uso de la comida como recompensa o como consuelo.

Nuestros síntomas pueden variar, pero compartimos un lazo común: somos impotentes ante la comida y nuestras vidas son ingobernables. Este problema común ha llevado a los miembros de OA a buscar y encontrar una solución común en los Doce Pasos,las Doce Tradiciones y las nueve herramientas de Comedores Compulsivos Anónimos.

Las diferentes formas de manifestarse la compulsión por la comida

Los párrafos siguientes describen cómo los comedores compulsivos experimentamos las diferentes formas de compulsión por la comida. El párrafo está sacado del libro de los 12 Pasos y 12 Tradiciones, y se presenta aquí para profesionales, recién llegados, y otras personas interesadas en saber más sobre nosotros y nuestro comportamiento.

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Una visión desde el interior

Cuando examinamos con completa honestidad nuestras vidas, vemos que en lo que se refiere a la comida hemos actado de una manera irracional y autodestructiva. Bajo la compulsión de comer, muchos de nosotros hemos hecho cosas que ninguna persona en su sano juicio pensaría en hacer. Hemos conducido kilómetros en medio de la noche para satisfacer nuestro deseo de comida. Hemos comido comida congelada, quemada, rancia, o incluso peligrosamente estropeada. Hemos comido de los platos de otras personas, del suelo, de la tierra. Hemos sacado comida de la basura y nos la hemos comido.

A menudo hemos mentido sobre lo que hemos comido -mentido a otros porque no queríamos enfrentarnos a la verdad nosotros mismos. Hemos robado comida de nuestros amogos, familia y patronos, así como de la tienda. También hemos robado dinero para comprar comida. Hemos seguido comiendo después de estar llenos, hasta después del punto de sentirnos enfermos de comer. Hemos continuado comiendo, sabiendo que estábamos desfigurando y dañando nuestros cuerpos. Nos hemos aislado para comer, haciendo daño a las personas con las que nos relacionábamos y negándonos a nosotros mismos una completa vida social. A causa de nuestra compulsión nos hemos convertido en objetos de ridículo y hemos destrozado nuestra salud.

Luego, asustados por lo que estábamos haciéndonos a nosotros mismos con la comida, nos obsesionamos con dietas. nos gastamos mucho dinero en programas de pérdida de peso, compramos toda clase de pastillas para controlar el apetito, nos hicimos socios de clubes de dietas y balnearios, nos hicimos hipnotizar y analizar, nos hicieron cirugía mayor en nuestro sistema digestivo, nos agujerearon las orejas o nos ataron nuestras mandíbulas. Hicimos todo esto muy voluntariosamente, esperando que en algún momento podríamos “estar en misa y repicando”, o sea darnos atracones y no engordar.

Algunos de nosotros fuimos de médico en médico buscando una cura. Los médicos nos dieron dietas, pero no conseguimos mucho más con ellas que con las otras que habíamos hecho ya. Nos dieron inyecciones y píldoras. Durante un tiempo funcionaban, pero inevitablemente perdíamos el control y volvíamos a comer, ganando de nuevo el peso que nos había costado tanto perder.

Muchos de nosotros intentamos ayunar, con o sin vigilancia médica. Generalmente perdíamos peso, pero tan pronto como empezábamos a comer de nuevo, el comportamiento compulsivo al comer volvía, junto con el peso. Algunos aprendimos a purgarnos vomitando, usando laxantes, o nos pasábamos haciendo ejercicio. Nos atiborrábamos de comida por la boca hasta que físicamente sentíamos dolor, luego “nos librábamos de ella”. Dañamos nuestros aparatos digestivos y nuestros dientes mientras privábamos a nuestros cuerpos de los nutrientes necesarios para vivir.

Los que teníamos sobrepeso recibimos muchísimos consejos sobre cómo llegar a nuestro peso “ideal”, pero nada resolvía nuestro problema permanentemente. Descubrimos que no importaba lo que hiciéramos para disminuir esa confusión, nuestra compulsión por la comida volvía en alguno que otro momento. A la larga, nuestro peso aumentaba y nuestra autoestima bajaba. Después de un tiempo nos cansábamos de esa lucha y nos desanimábamos. Sin embargo, no podíamos aceptar nuestra impotencia. La perspectiva de ser obesos, enfermos y fuera de control el resto de nuestras vidas nos llevó a algunos a la conclusión de que la vida no valía la pena de ser vivida. Muchos pensamos en el suicidio. Algunos lo intentamos.

La mayoría, sin embargo, no llegamos a una desesperación suicida. En vez de eso, nos consolábamos al sentir que todo iría bien mientras tuviéramos suficiente para comer. El único problema era que según nuestra compulsión progresaba era más difícil para nosotros conseguir suficiente comida. En vez de proporcionarnos alivio, el comer compulsivo provocó el efecto opuesto. Cuanto más comíamos más sufríamos, pero todavía continuábamos comiendo. Nuestra falta de sentido común era evidente en el hecho de que seguíamos buscando alivio en la comida, mucho después de que comenzara a hacernos sufrir.

Una vez que examinamos nuestras vidas honestamente, nos fue fácil admitir que habíamos actuado de una forma irracional en cuanto a lo que se refería al peso y a la comida. Muchos podíamos limitar nuestro comer compulsivo a cuando estábamos solos y llevar unas vidas relativamente normales. Trabajábamos mucho durante el día y comíamos mucho de noche. Seguro que estábamos sanos en la mayoría de los aspectos de nuestras vidas.

Un examen más profundo de nosotros mismos descubrió que muchas áreas de nuestras vidas estaban fuera de control. Teníamos que admitir que no habíamos actuado muy cuerdamente cuando respondíamos a las necesidades de atención de nuestros hijos chillándoles, o cuando nos sentíamos celosamente posesivos de nuestra pareja. La mayor parte del tiempo habíamos vivido con miedo y ansiedad. Más cómodos con la comida que con la gente, limitábamos algunas veces nuestra vida social. Corríamos las cortinas, descolgábamos el teléfono, y nos escondíamos en casa.

Cuando estábamos con otras personas, sonreíamos y decíamos que sí cuando realmente queríamos decir no. Algunos éramos incapaces de defender nuestros derechos en una relación de abusos. O nos centrábamos en los defectos de otros y nos pasábamos horas pensando en lo que ellos deberían hacer para solucionar sus problemas, mientras los nuestros quedaban sin resolver.

Los comedores compulsivos somos a menudo gente de extremos. Reaccionamos exageradamente ante provocaciones insignificantes mientras ignoramos los problemas verdaderamente importantes de nuestras vidas. Estábamos obsesivamente ocupados, luego estábamos hechos polvo e incapaces de hacer nada. Estábamos altamente excitados luego profundamente deprimidos. Veíamos todo en blanco y negro. Si no podíamos tenerlo todo, no queríamos nada; si no podíamos ser los mejores, no queríamos participar en el juego.

Poco a poco, vimos cuanto dolor estaba causando en nuestras vidas esta forma de vivir. Gradualmente llegamos a creer que teníamos que cambiar.

Hay ayuda

Si puedes identificarte con la descripción en estas hojas, queremos darte la bienvenida. Si conoces a alguien que podría beneficiarse de este programa, sugiérele que se ponga en contacto con Comedores Compulsivos Anónimos (CCA) o en inglés Overeaters Anonymous (OA).

Cómo encontrar Comedores Compulsivos Anónimos – OA

Hay grupos de comedores compulsivos Anónimos en muchas ciudades de todo el mundo, aquí en Cataluña estas son las reuniones, pero sino te encuentras en Cataluña pincha aquí.

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